domingo, 11 de noviembre de 2012
¿Lo que hueles es lo que oyes?
Comer mientras oyes u oler mientras escuchas algo modifica la experiencia sensitiva de tu cuerpo.
Cuando pensamos en cómo funcionan nuestros sentidos, nos imaginamos que operan individualmente: si hueles una flor, el olor viaja ininterrumpidamente de la nariz al cerebro ¿o no?. Científicos de la Universidad de Oxford, dirigidos por el psicólogo Charles Spence, se dio a la tarea de investigar cómo se mezclan nuestros sentidos, algo que ocurre con más frecuencia de lo que se cree.
Por ejemplo, podemos pensar que algo es pesado si se oye un gran estruendo, aunque el sonido en sí mismo no tiene tamaño o peso. “Esto pudo ayudar a nuestros antepasados el decidir si se debe huir de los depredadores de acuerdo con que tan ruidosa se oía una pisada, sin tener que mirarlo”, explica Cassie Barton en The Guardian.
La mayoría de las pruebas para la percepción cruzada de sentidos provienen de estudios de sonido y visión, lo cual no es sorprendente teniendo en cuenta la frecuencia con la que los usamos juntos, pero el estudio de Oxford demostró que los otros sentidos se cruzan entre sí todo el tiempo, incluso el sonido y el olor se mezclan.
Los investigadores Daniel Wesson y Donald Wilson se dieron cuenta de esta relación cuando comenzaron a investigar la zona del cerebro conocida como el tubérculo olfatorio. Originalmente, estudiaban como las células olfativas de los ratones respondían al olor, sin embargo, durante las pruebas, Wesson notó que cada vez que colocaba su taza de café al lado del experimento, las neuronas de los roedores respondían. De hecho encontraron que el tubérculo olfatorio está fisiológicamente bien situado para recibir tanto el olor, como información de sonidos del mundo exterior.
También encontraron que entre las células individuales, la mayoría respondieron al olor pero un número significativo también se mantuvieron activas cuando recibían señales auditivas. Algunas células se comportaron de manera diferente, incluso cuando el olor y el sonido se presentaron juntos, por su aumento o la supresión de la actividad. Wesson y Wilson propusieron que quizá la evolución explicaba el fenómeno, al funcionar el sonido acompañado de un olor desconocido como alerta de la presencia de un depredador.
Las investigaciones recientes de Charles Spence y Crisinel Anne-Sylvie han estudiado el mundo de cata de vinos con un kit diseñado para ayudar a los novatos para que aprendan sobre los olores básicos que se encuentran en el vino. Los participantes en el experimento se les pidió oler muestras diferentes, y luego compararlas con un instrumento musical. Había consistencias interesantes, el piano fue emparejada a menudo con aromas afrutados y con olores que los participantes dijeron que eran menos complejas.
Investigación posteriores encontraron que escuchar sonidos diferentes pueden alterar tus percepciones, incluso del gusto. Los investigadores hicieron un estudio en el que armaron “paisajes sonoros” en un restaurante en el que los voluntarios probaron piezas idénticas de caramelo mientras escuchaban diferentes paisajes o piezas musicales. Los resultados mostraron que encontraban el dulce más amargo dependiendo de lo que escuchaban.
Estudios como este ayudan a los psicólogos a redefinir nuestra comprensión de los sentidos, y cómo el cerebro los integra a su favor. Y sólo imaginar las posibles colaboraciones creativas entre músicos y cocineros: sonido mejorado con agasajos podría ser inminente. Es posible que algún día rutinariamente, pedir un café con una banda sonora para llevar a cabo sus aromas favoritos”, concluye Cassie Barton en el artículo que ganó el premio Science Writing 2012 publicado por The Guardian.
para mas infoemacion consultar:
http://quo.mx/2012/10/29/expediente-q/lo-que-hueles-es-lo-que-oyes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario